Al entrar a Odontología aproximadamente 60 % de los estudiantes planea especializarse en ortodoncia. Estamos en una época en la que se anuncian brackets, ortodoncia o planes dentales, o que —a lo mejor— se puede comprar ortodoncia en el supermercado.
Como bien comentó un colega de Nuevo León en un encuentro entre pares (que de forma tan exitosa nos regalaba el CONACYT, antes de que la rapacería se apropiara de esa noble institución): “La ortodoncia realmente no vale la pena, a menos de que vaya acompañada de una cirugía maxilofacial; empujan los dientes hacia afuera, deforman la estética del paciente y luego hay una recaída atroz de los tratamientos, culpando a los terceros molares o que no usaron sus paladares.”
Efectivamente, el culmen de la mercadotecnia adquiere en este arte y ciencia que es la ortodoncia una degradación dolorosa que engaña un día sí y otro también a pacientes y profesionistas que, sin el conocimiento o la orientación necesaria, ignoran que el tratamiento de ortodoncia debe respetar las dimensiones de la dentadura; posicionar los dientes en medio del hueso basal; comenzar con los pacientes en la prepubertad (10 años en las mujeres y 11 a 12 en los hombres) y lograr una estabilidad de 95% sin paladares, si el tratamiento busca estos meridianos principios.
El especialista puede escoger uno de los muchos “caminos que llegan a Roma”, hay bases que se remontan a la sexta edición del libro Treatment of Malocclusion of the Teeth and Fractures of the Maxillae. Angle’s System” cuyo copyright (©) data de noviembre de 1900, con 299 ilustraciones en las que Angle reportó extracciones dentales para resolver maloclusiones. ¿Por qué Angle lo sustrajo de publicarse e hizo de la “no extracción” el ideal para desarrollar una oclusión normal? Fue parte por su idealismo, por su inasible deseo de vivir en el Olimpo.
Las bases que honran los enunciados principios no van a cambiar; no se puede hacer crecer al hueso moviendo a los dientes hacia las corticales. Tenemos un tamaño de hueso en el que se necesita valorar por medio de un diagnóstico diferencial si caben los 32 dientes que tenemos desde hace más de un millón de años, o solo 28 o 24, a manera de proporcionar una mejor estética facial al paciente, que acreciente su presente y futuro sentimental y anímico con estabilidad y función.
2022-04-04 | 951 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.1. Enero-Abril 2022 Pags. 5 Rev Invest Clin Odontol 2022; 2(1)