El aprendizaje basado en problemas es un método de enseñanza-aprendizaje fundamentado en la perspectiva socio-constructivista del aprendizaje y aplicado especialmente, en el ámbito universitario. Esta metodología se empezó a utilizar en la década de los 60, destacando la Facultad de Medicina de la Universidad de McMaster (Canadá) como una de las pioneras en su aplicación. En la década de los 80 entró con fuerza en las universidades europeas siendo la Universidad de Maastrich (Holanda) una de las pioneras, contando, en la actualidad, con una dilatada trayectoria en este método de enseñanza-aprendizaje. La utilización del ABP ha llevado a algunas universidades a realizar una transformación de todo el curriculum a partir de este planteamiento, los estudios sobre educación han de avanzar hacia la integración de metodologías que faciliten la interdisciplinariedad de las asignaturas y la integración del trabajo disciplinario metodológico. La utilización de esta metodología no supone considerarla como única opción metodológica, sino como una posibilidad que puede ser completada o complementada con otras formas de trabajo. El ABP inicia siempre el aprendizaje mediante un problema extraído de la misma realidad basada en ella, lo que implica aplicar o ejercitar algunas de las competencias profesionales propias de la disciplina. Esto permite relacionar a los estudiantes con la situación, problema o caso que deben resolver y para lo que necesitarán conocer y aplicar todo un conjunto de informaciones y de conocimientos no sólo conceptuales, sino también procedimentales y actitudinales. Y no sólo teóricos, sino también prácticos. Al utilizar esta metodología se realiza un proceso de aprendizaje que acostumbra a ser cíclico, es decir, hay una constante ida y vuelta de la realidad a la información y, de ésta, nuevamente a la realidad, una vez se ha integrado, relacionado, valorado y co-construído por los/las estudiantes. Procediendo de esta manera, no solamente se adquiere conocimiento significativo, sino que también lo hace la comprensión de la situación o caso a trabajar. Es obvio que la función del estudiante cambia desde esta concepción, pero también podemos afirmar que el papel o función del profesorado es muy diferente al que acostumbra a ser desde un enfoque tradicional. El docente pasa de ser el centro de transmisión de la información, a ser el posibilitador o el facilitador de la misma. En el ABP los sistemas de evaluación adquieren también una nueva perspectiva y significado. No se evalúan solamente efectos o resultados, sino también procesos, ni únicamente el alumnado, sino además el profesorado, el trabajo en grupo, el programa, los procedimientos y materiales, en especial el caso, problema o situación presentada para ser analizada. Por otra parte, el/la estudiante se implica más en los procedimientos de evaluación decidiendo el nivel de profundización que quiere o puede alcanzar, tanto por vías formales, no formales o informales. Alumnado y profesorado comparten la función de evaluación, ampliando el número de agentes evaluadores. Desde este nuevo enfoque, la evaluación se convierte en un instrumento más para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, en otro medio para aprender, al tiempo que se concibe también desde la pluralidad: pluralidad de instrumentos de evaluación y pluralidad de usos de tales instrumentos. Esta reflexión la considero pertinente en momentos en que los modelos de configurar y construir nuevas instituciones están en entredicho por la calidad interna y externa y nos permite una reflexión de los que deseamos como profesores y lo que inferimos como futuro para los egresados de nuestras instituciones. Mtro. Enrique E. Huitzil Muñoz
2006-02-20 | 4,786 visitas | 1 valoraciones
Vol. 6 Núm.20. Septiembre-Diciembre 2005 Pags. 294 Oral 2005; 6(20)